Tras un año 2021 marcado por el COVID-19, el aumento de las desigualdades, el aumento de la inflación y de la deuda, una pesada carga para los países en desarrollo, y la crisis climática, el Secretario General de la ONU auguró este jueves un futuro complicado para la humanidad.
“Si las cosas no mejoran, y no mejoran rápidamente, nos enfrentaremos a tiempos aún más difíciles en adelante. El COVID-19 no va a desaparecer. Cada vez está más claro que las vacunas por sí solas no erradicarán la pandemia”, vaticinó António Guterres durante una conferencia de prensa en la que hizo un balance del año en curso y presentó una actualización de la respuesta de la Organización a la pandemia.
Guterres recordó que la estrategia lanzada hace dos meses por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que busca vacunar al 40% de las personas de todos los países para fin de año y al 70% a mediados de 2022, es un objetivo que seguramente no se cumplirá en 98 naciones.
“Cuarenta países aún no han podido vacunar al 10% de su población. En los países de ingresos más bajos, menos del 4% de la población está completamente vacunada. Y las tasas de vacunación en los países de altos ingresos son ocho veces más altas que en los países africanos. Al ritmo actual, África no alcanzará el umbral del 70% hasta agosto de 2024”.
Por ello, reiteró que no se podrá derrotar a la pandemia “de manera descoordinada” y emplazó a los países a “tomar medidas concretas” que sirvan para alcanzar un mayor progreso en las metas propuestas por la OMS.
Posteriormente, el Secretario General cuestionó la estrategia adoptada por los países ricos durante la pandemia y les pidió ecuanimidad.
“La estrategia del acaparamiento de vacunas, la estrategia del nacionalismo de las vacunas o la estrategia de la diplomacia de las vacunas han fracasado. Esta nueva variante está demostrando este fracaso. Así que mi esperanza es que los países entiendan que a partir de ahora tenemos que encontrar una forma equitativa de abordar la pandemia o todos seremos víctimas de ella”, recalcó.
La deuda puede ahogar la recuperación de los países en desarrollo
Pero la parte sanitaria no fue la única en la que el Secretario General manifestó su preocupación. El titular de la ONU la extendió a la situación económica que está provocando la pandemia en los países en desarrollo.
“Las economías avanzadas movilizaron casi el 28% de su Producto Interior Bruto en su recuperación económica. En el caso de los países de renta media, esa cifra se redujo al 6,5%. Y se desplomó al 1,8% para los países menos desarrollados, un porcentaje ínfimo sobre una cantidad mucho más pequeña”, destacó.
A modo de ejemplo, citó un estudio del Fondo Monetario Internacional que indica que durante los próximos cinco años el crecimiento económico acumulado per cápita en el África subsahariana será un 75% menor que en el resto del planeta.
Al mismo tiempo, señaló que la inflación ha subido al nivel más alto de los últimos 40 años en Estados Unidos y que “la vemos crecer en otros lugares”.
“Como indicó ayer mismo la Reserva Federal estadounidense, los tipos de interés subirán, lo que supondrá una mayor presión fiscal para los países que más ayuda necesitan”.
Añadió que este escenario provocará situaciones de impago en los países de menos ingresos “que ya soportan unos costes de préstamo mucho más elevados”.
“La necesidad de hacer frente a una deuda cada vez mayor y más cara dejará a los países en desarrollo con poco espacio fiscal para la recuperación, la creación de empleo, la acción climática, la reinvención de la educación y la recualificación y formación de los trabajadores, y muchas otras cosas”, detalló.
Igualmente, indicó que el sistema financiero mundial “está potenciando las desigualdades y la inestabilidad” y que “permite a las agencias de calificación crediticia socavar la credibilidad de los países en desarrollo que tienen buenas perspectivas de crecimiento y necesidades vitales de desarrollo”.
El titular de la ONU destacó que, en paralelo, se siguen incrementando las desigualdades y crece la agitación social y la polarización.
“Esto es un polvorín para el malestar social y la inestabilidad. Supone un peligro claro y presente para las instituciones democráticas. Es hora de asumir claramente la necesidad de reformar el sistema financiero internacional”, remarcó.
Guterres concluyó el apartado económico denunciando dos fallos de gobernanza que deberían corregirse para 2022.
El primero se refiere a la prevención, detección y respuesta a las pandemias y el segundo al sistema financiero internacional.
Los líderes libaneses no pueden permitirse la desunión
Por último, anunció que su última visita de Estado durante el 2021 será a Líbano, un país “que está sumido en todos estos retos y otros peores”.
“Lo primero que se necesita es la unión de los líderes políticos de Líbano. Las divisiones entre los líderes políticos libaneses han paralizado las instituciones y la parálisis de las instituciones, por supuesto, provoca la imposibilidad de llegar a un acuerdo con el FMI, la imposibilidad de poner en marcha programas económicos eficaces y de crear las condiciones para que el país inicie la recuperación”, afirmó.
El Secretario General opinó “que los dirigentes libaneses no tienen derecho a estar divididos en un momento de crisis tan traumático”.
Guterres se reunirá entre el 18 y el 22 de diciembre con el presidente Michel Aoun, el presidente de la Cámara de Representantes Nabih Berri, y el primer ministro Najib Mikati, así como con varios líderes religiosos y representantes de la sociedad civil.
Asimismo, rendirá homenaje a las víctimas de la explosión del puerto de Beirut ocurrido el mes de agosto de 2020.