La entrada de las juezas en espacios de los que históricamente habían sido excluidas ha sido un paso positivo en la dirección de que los poderes judiciales sean percibidos como más transparentes, inclusivos y representativos de las personas cuyas vidas afectan.
En este día entrevistamos a la ministra Margarita Ríos Farjat, ministra, desde 2019, de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en México.
Se llega con ilusiones y estudio constante
Al hablar con la ministra sobre su camino en el ámbito judicial relata que decidió estudiar derecho por la influencia de su padre.
“Una circunstancia muy importante en mi vida fue la influencia de mi papá, un hombre muy orgulloso de haber estudiado la carrera de derecho. Le nace el amor por el derecho a partir de la defensa de sus derechos en fábricas, entonces creo que siempre abrazo ese amor por la justicia”.
Ella es originaria de Monterrey, Nuevo León, egresada de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Cuenta con una maestría en derecho fiscal, y cursos de especialización impartidos por el Instituto de la Judicatura Federal y por la Bolsa Mexicana de Valores. Es doctora en política pública, con la tesis “La participación de la Suprema Corte de Justicia en la construcción de la política pública”.
Explica que para llegar a ser ministra de la Corte, lo hizo a partir de ilusiones honradas con entusiasmo, con ética, con valores, con principios, con estudio constante y con dedicación.
“Yo hubo momentos de mi vida que me dediqué a mis hijos y llegué a pensar que mi vida profesional había terminado. No fue un techo de cristal, fue un desvío luminoso, fueron dos desvíos luminosos. Regresé a mi carrera porque sentía que eso es lo que yo tenía que hacer. Yo solamente quiero estar en algún lugar siempre en donde pueda aportar todo de mis capacidades, todo de mis principios y valores”.
El mayor desafío que ha enfrentado hasta ahora como ministra de la Corte ha sido ser mujer, aunque ella misma destaca que cada vez hay menos resistencia.
Las mujeres no necesitamos parcelas, queremos poder real
Hablando de la participación de las mujeres dentro del Poder Judicial, la ministra asegura que todavía existe un techo de cristal. Todavía hay mujeres sufriendo estigmatizaciones, violencias y dramas, pero asegura que hay un avance importante.
“Pienso que estamos en un proceso social y antropológico muy importante de cambio. Creo que, si la sociedad se integra por un 51% de mujeres, por lo menos el 50% de las mujeres deberían verse reflejadas en todas las cúpulas de cualquier órgano, asociación, institución, empresa que tome decisiones.
Señala que las mujeres vienen de una historia fuerte de estereotipos, de tener incluso que renunciar a soñar con algo porque no está a su alcance, entonces todo eso toma tiempo madurar. Por ello, para la ministra, las cuotas de género siguen siendo muy importantes para que las mujeres puedan estar en más lugares de toma de decisión, ya que, sin ellas, las estructuras cierran la puerta.
Ríos Farjat explica que las mujeres tienen que hacer el doble de trabajo porque primero se tiene que hablar con el espejo, con lo que ella esperaba de sí misma, con todos sus sueños, luego con el entorno familiar, amigos y luego el trabajo. Pero asegura que hay un avance, las mujeres están cambiando las estructuras y adaptándolas para que, el día de mañana, su inclusión en todas las áreas sea sólo por un tema de capacidades.
“Yo lo veo más como lograr una igualdad constitucional, más que como una lucha donde un género predominio sobre otro. Creo que esta cuestión de los géneros debería dejar de ser tema, para mí creo que ese es el ideal, donde tú eres persona. Por supuesto que estamos a mitad del camino y ahorita sí se requiere mucha atención al género, mucha atención al lenguaje, mucha atención a los estereotipos, se requieren cuotas, pero hay que ver cómo porque luego se convierten en parcelas. Es que ya tenemos el comité de las damas o el comité de las personas que organizan y generalmente son cosas como fiestas, ornatos o cosas por el estilo. No, las mujeres no necesitamos parcelas, las cuotas de género son para llegar a las auténticas posiciones de decisión o de poder”.
El derecho debe ser un mapa que esté fincado sobre la realidad
Para la ministra, la desigualdad en el acceso a la justicia es un tema muy preocupante. Ella relata que siguen trabajando y resolviendo todos los días situaciones de bigamia, de mujeres engañadas, de feminicidios, de niñas ultrajadas, de violencia sexual, de violencia política, de situaciones que vulneran de diversas formas los derechos de las mujeres y las niñas.
Adicionalmente, persisten las leyes discriminatorias y sus interpretaciones.
“Esa es una de las razones de ser de un Tribunal Constitucional, mientras existan leyes, existirá un órgano revisor que va a mirar con nuevos ojos esas regulaciones porque se trata de que el derecho sea como un mapa que esté fincado sobre la realidad. No manda el mapa, manda la realidad. Si no coincide en el mapa y el terreno, el mapa está mal, entonces hay que ajustarlo y lo interesante es que tenemos una realidad cambiante. Cada generación cambia, entonces es justo, para cada generación, que la Constitución y las leyes le hablen a esa generación”.
Esto finalmente es una sociedad, estas estructuras de Estado son para para organizarnos buscando el bien común, que es la armonía de todas las personas. Hacia allá se encamina todo el orden jurídico mexicano en la Constitución”.
La mirada sensible debe tenerla cualquier ser humano
Para la ministra, el hecho de que lleguen más mujeres al poder judicial es indispensable, como lo es la obligación de juzgar con perspectiva de género, pero recalca que esta obligación no sólo corresponde, ni debería sólo corresponder a las juezas o ministras, si no a toda persona que imparte justicia.
“Las mujeres aportan algo distinto en la medida que está entrando como aire fresco y las mujeres traemos esta vivencia de primera mano por nosotras mismas, nuestras madres, nuestras hermanas, nuestras amigas, de esta vivencia en primera mano de los obstáculos; entonces traemos eso y lo aportamos. Creo que eso es muy valioso, pero en general como principio y como abstracto yo no soy de la idea de que las mujeres debamos a aportar una ‘lente rosa’ o que debemos aportar una mirada más sensible. Creo que la mirada sensible debe ser para la que debe tener cualquier ser humano. De lo contrario caemos de nuevo en estereotipos”.