Es la semana más ajetreada y probablemente la de mayor repercusión en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, donde líderes de todo el mundo se reúnen para debatir cuestiones globales o destacar las prioridades específicas de sus países.
A mediados de septiembre comienza el 79º periodo de sesiones de la Asamblea General, y para muchos el punto central es el debate general anual. Pero, ¿en qué consiste exactamente?
A continuación explicamos lo que hace falta saber sobre el segmento de alto nivel del debate general, que comienza el martes 24 de septiembre:
¿Qué es el debate general?
El debate general es la reunión anual que celebran en septiembre los jefes de Estado y de Gobierno de los 193 Estados miembros de la ONU. Tiene lugar al principio de la sesión de la Asamblea General.
Suele ser el primer debate del periodo de sesiones y, a excepción de las reuniones de alto nivel simultáneas, el único en el que participan regularmente los jefes de Estado y de Gobierno.
¿Es realmente un debate?
En realidad, no. El debate general ofrece a los representantes de todos los Estados miembros (y de algunas otras entidades) la oportunidad de pronunciar un discurso en el eauditorio de la Asamblea General.
No hay discusión ni debate inmediatamente después de ningún discurso. Sin embargo, los Estados miembros tienen derecho de réplica, derecho que se puede ejercitar cuando un jefe de Estado lo solicita por escrito en una carta dirigida al Secretario General, quien la distribuirá a todos los Estados miembros. Durante el debate general, las declaraciones en ejercicio del derecho de réplica se realizan al final de cada día.
El tema de esta sesión de septiembre, la 79ª, es No dejar a nadie atrás: Actuar juntos en pro de la paz, el desarrollo sostenible y la dignidad humana para las generaciones presentes y futuras. El tema lo decide el presidente de la Asamblea General tras una serie amplia de consultas. Los jefes de Estado pueden abordar la temática en sus discursos, pero no están obligados a hacerlo.
¿Quién habla y cuándo?
En la práctica actual, tras la apertura de la reunión, el Secretario General de la ONU hace una declaración, seguido del presidente de la Asamblea General.
Tradicionalmente, y al menos desde la 10ª sesión de la Asamblea General en septiembre de 1955, ha sido Brasil quien abre el debate. Según los Servicios de Protocolo de la ONU, al principio del debate ningún Estado quería ser el primero en hablar y Brasil intervino en varias ocasiones.
Estados Unidos, como país anfitrión de la ONU, es el siguiente en subir al podio.
El orden de intervención de los otros 191 Estados miembros se basa en criterios como el equilibrio geográfico, así como el nivel de representación y su preferencia para la participar. Por ejemplo, un jefe de Estado puede no estar presente en Nueva York al principio del debate.
Aparte de los Estados miembros, los únicos invitados a participar son los Estados observadores no miembros de la Santa Sede y el Estado de Palestina, así como la Unión Europea, que tiene estatuto de observador en la ONU.
Luz intermitente y ánimos encendidos
Durante el debate general se propone de manera informal un límite voluntario de 15 minutos para las intervenciones, y se avisa discretamente a los oradores con una luz roja intermitente cuando se acaba su tiempo, aunque nunca se les interrumpe ni se les detiene.
La palabra clave aquí es voluntario, y muchos jefes de Estado, si no la mayoría, hablan durante más tiempo.
El exlíder cubano Fidel Castro sigue ostentando el récord del discurso más largo de la historia, que data de 1960, con 269 minutos, algo menos de cuatro horas y media, tras prometer “haremos todo lo posible por ser breves”.
Ha habido otros discursos largos y muy largos, pero quizá más notables por su contenido que por su duración.
En 2006, en medio de las crecientes tensiones entre Estados Unidos y Venezuela, el presidente de este último país, Hugo Chávez, llamó “diablo” desde el podio al entonces mandatario estadounidense Geoge W. Bush.
En 2009, el difunto líder libio Muammar Gaddafi pronunció un mordaz discurso de 100 minutos en el que criticó duramente al Consejo de Seguridad de la ONU y el poder de veto de los cinco miembros permanentes.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, sostuvo en 2012 la representación en dibujos animados de una bomba para advertir al mundo de que Irán estaba a pocos meses de poder construir un arma nuclear.
Y el expresidente estadounidense Donald Trump amenazó en 2017 con “destruir totalmente Corea del Norte”, refiriéndose despectivamente a su líder Kim Jong Un como “Rocket Man”.
Mantener el orden
El primer debate general tuvo lugar en 1946 y, a lo largo de estos casi 80 años, se han ido asociando al evento mucha tradición, pompa y circunstancia, al igual que algunos mitos.
El mazo, que Islandia regaló a la ONU en 1952, se utiliza para marcar el comienzo de las sesiones matutina y vespertina del debate general y, en caso necesario, también para mantener el orden.
Se utilizó para intentar silenciar al entonces líder de la Unión Soviética, Nikita Khrushchev, quien, según cuenta la leyenda, se quitó el zapato y lo golpeó contra la tribuna para hacer valer su opinión.
A veces, el decoro diplomático se ve alterado cuando delegaciones enteras deciden abandonar el auditorio de la Asamblea General para protestar contra las opiniones y acciones de otro Estado miembro, aunque en los últimos años se ha convertido en algo tan habitual que ha dejado de escandalizar.
Israel protesta regularmente contra el discurso de Irán y viceversa.
Cómo seguir el debate general
Aunque el debate no está abierto al público, todas las intervenciones pueden seguirse en directo y a la carta en UN Web TV.
Todos los discursos del debate general están disponibles en la Biblioteca Dag Hammarskjöld de la ONU.
Muchos de los 78 debates generales anteriores, o momentos destacados de los mismos, están disponibles en la Biblioteca Audiovisual de la ONU.