El Secretario General de la ONU, António Guterres, dijo este viernes a los parlamentarios en Timor Leste que el mundo tiene mucho que aprender de su inspiradora lucha por el autogobierno, 25 años después del histórico referéndum que allanó el camino hacia la independencia en 2002.
En una medida sorpresiva, los legisladores nombraron al jefe de la ONU ciudadano honorario timorense durante las celebraciones en Dili, la capital del país, lo que llevó a Guterres a declarar que estaba orgulloso de ser ahora parte de un “pueblo tan heroico”.
Lo que entonces era la lucha de Timor Leste para liberarse del dominio colonial de Portugal y luego de la ocupación violenta de Indonesia en 1976, llegó a un punto crítico en 1999 con un referéndum organizado por la ONU el 30 de agosto.
El Gobierno de Indonesia reconoció formalmente el voto abrumador a favor de la independencia en octubre de ese año, tras semanas de enfrentamientos mortales y destrucción, luego de lo cual las fuerzas de paz de las Naciones Unidas supervisaron la transición hacia un gobierno autónomo pleno: el nacimiento de Timor Leste.
Portugués y timorense
“Asumo con orgullo esta nacionalidad de un pueblo heroico y haré todo lo posible para que, cuando termine mis funciones, los timorenses puedan estar orgullosos de lo que su ciudadano haya podido hacer”, señaló Guterres.
El anuncio lo hizo la presidenta del Parlamento Nacional, Maria Fernanda Lay, la primera mujer que presidió la cámara legislativa de Timor-Leste durante la celebración de la votación de 1999, conocida localmente como la “consulta popular”.
Los parlamentarios encomiaron el papel de Guterres como primer ministro de Portugal, al apoyar la causa del pueblo timorense. Él, por su parte, rememoró que en ese momento llamó a varios líderes mundiales “para pedirles utilizar su influencia e impedir una masacre en Timor-Leste”.
La misión electoral de la ONU en el país (UNAMET) fue homenajeada varias veces durante la celebración y recibió una mención especial de Guterres.
“Las mujeres y los hombres de la UNAMET demostraron una gran dedicación y profesionalismo al organizar un referéndum a gran escala, en un corto periodo y a pesar de la intimidación y las amenazas. Después de la Consulta Popular, y cuando la violencia se estaba extendiendo, demostraron una vez más un enorme coraje y un sentido de misión”, abundó.
Las semillas de la soberanía
La situación solo se estabilizó en septiembre de 1999 con el envío de una fuerza multinacional de mantenimiento de la paz aprobada por el Consejo de Seguridad. Guterres también recordó las otras misiones de la ONU que contribuyeron a la paz en Timor-Leste.
El líder de la ONU elogió el “enorme valor y la incansable determinación del pueblo timorense”, e insistió en que “el mundo tiene mucho que aprender de Timor-Leste”.
La líder del Parlamento, Maria Fernanda Lay, dijo que el voto en el referéndum representó el peso de 24 años de resistencia a la ocupación indonesia y sirvió para “plantar las semillas de una nación libre y soberana”.
Referéndum: una lección de valentía
El referéndum de 1999, organizado por la ONU, brindó a los timorenses una oportunidad histórica de demostrar su determinación de convertirse en autónomos, a pesar de un entorno de violencia e intimidación.
Antes del amanecer del 30 de agosto, miles de timorenses abandonaron sus hogares en la oscuridad y caminaron largas distancias. Estaban decididos a poner en práctica un ideal consagrado en los artículos 1 y 55 de la Carta de las Naciones Unidas: el derecho a la libre determinación.
La presencia de la ONU fue fundamental para la transición que puso fin a 24 años de ocupación indonesia, iniciada apenas unos días después de que la pequeña nación insular dejara de ser una colonia portuguesa.
La bandera de la ONU “nos inspiró”
En una entrevista con Noticias ONU en la capital timorense esta semana, el líder de la resistencia y actual primer ministro Xanana Gusmão detalló que el movimiento de independencia tenía frentes militares, políticos y diplomáticos.
“La bandera de las Naciones Unidas nos inspiró en términos de derecho internacional, el derecho de todos los pueblos a la libre determinación y la independencia. Fue una especie de presencia de la ONU en nuestro espíritu de lucha”, acotó.
Gusmão describió el referéndum como “decisivo para el destino del país”.
El presidente José Ramos Horta, por su parte, afirmó que la guerra contra la ocupación indonesia era asimétrica y “militarmente imposible”. La ocupación resultó en más de 200.000 muertes –un 25% de la población timorense en ese momento-, e incluyó el uso de armas suministradas por Estados Unidos, como bombas de napalm, previamente utilizadas con efectos devastadores en la guerra de Vietnam, recordó el mandatario.
Victoria diplomática y política
Para el presidente, premio Nobel de la Paz en 1996, la victoria de Timor Leste fue un ejercicio de buena diplomacia y política, que implicó por un lado la preservación de la identidad cultural y por otro la presión internacional.
“Timor fue una historia de éxito, sobre todo porque el Consejo de Seguridad encontró consenso. Hubo consenso en el Consejo de Seguridad. Consenso total. Pero hubo consenso porque Indonesia ya había aceptado, porque si Indonesia no hubiera aceptado -e Indonesia era muy importante para algunos países miembros del Consejo de Seguridad-, no habría habido consenso”, explicó Ramos Horta.
El referéndum fue clave en la intensificación de la acción multilateral en favor de Timor Leste, presionando a Indonesia para que renunciara al control.
Según el jefe de la misión electoral de la ONU establecida en junio de 1999, ese momento fue especial, ya que pocas veces la Organización había tenido una oportunidad tan clara de “dar a la gente lo que buscaba”.
Intimidación al público y la ONU
Ian Martin sostuvo que, a pesar de la presencia internacional de periodistas y de 2300 observadores electorales, los actos de intimidación contra el público y los ataques a las oficinas de la ONU “nunca cesaron”. La violencia fue provocada principalmente por milicias pro indonesias, apoyadas por las fuerzas armadas de la potencia ocupante.
Para Martin, el “coraje y la determinación del pueblo timorense” se sintieron justo durante el proceso de inscripción. En ese momento, muchos timorenses ya estaban desplazados y vivían escondidos en las montañas, pero aun así hubo una alta participación y estaba claro que el número de votantes superaría todas las expectativas.
De acuerdo con él, esto fue lo que hizo que la ONU, en consulta con líderes timorenses como Xanana Gusmão, encarcelado en Indonesia en ese momento, decidiera seguir adelante, a pesar de los riesgos de seguridad.
Uno de los mayores logros de la UNAMET fue registrar a 433.576 personas para el referéndum en Timor-Leste en solo 22 días. Las estrategias incluyeron flexibilidad para registrar a las personas indocumentadas y desplazadas que se encontraban fuera de su zona de origen, pero sobre todo enfoques creativos de comunicación.
Miedo a un ataque
El día del referéndum había grandes temores de un ataque armado. Sin embargo, Nick Birnback, que trabajaba en el equipo de comunicaciones de UNAMET en ese momento, relató que en el colegio electoral más grande había “enormes colas de personas esperando antes del amanecer, que no querían perder la oportunidad de votar”.
En total, el 98,6% de los timorenses registrados acudió a votar, la mayoría a primera hora de la mañana.
Ese mismo día, sin embargo, se informó de la primera muerte de un miembro del personal de la ONU sobre el terreno, en un ataque con arma blanca en el distrito de Ermera. Un helicóptero de la ONU que transportaba urnas desde uno de los pueblos a la capital fue atacado a tiros. Unos días después, un convoy de la ONU fue perseguido hasta Liquiça y alcanzado por 15 balas. Al final de la misión, 14 miembros del personal estaban muertos o desaparecidos.
Ola de violencia
En medio de crecientes episodios de violencia tras la votación, el 4 de septiembre Ian Martin anunció el resultado, que fue leído simultáneamente por el entonces Secretario General de la ONU, Kofi Annan, en Nueva York: el 78,5% de los votos rechazó una propuesta de autonomía y el 21,5% la favoreció. El camino hacia la independencia estaba marcado.
El exjefe de la UNAMET dijo haber experimentado una mezcla de emociones. Por un lado, el privilegio de estar en una “atmósfera de júbilo” mientras veía la celebración del resultado, pero por otro, el temor de un ataque en cualquier momento.
Inmediatamente después del anuncio, “las milicias rodearon el lugar y comenzaron a prender fuego a los edificios”, dijo Martin y, por ello, se le transportó a la sede de la UNAMET con solo “la ropa que llevaba puesta”.
Días después, el hotel donde se anunció el resultado del referéndum fue saqueado e incendiado. Martin recordó que los incesantes disparos en torno a la UNAMET habían llevado a muchos timorenses a buscar refugio bajo la bandera de la ONU, escalando los muros coronados con alambre de púas.
El representante de la misión electoral describió una escena desgarradora en la que “las familias arrojaban a sus bebés por encima del muro y los equipos de la ONU los recibían al otro lado”.
La monja que salvó a 800 personas
Cerca de allí, en el convento de las Madres Canosianas, la directora del convento, la hermana Esmeralda, albergaba a unos 800 refugiados que empezaron a llegar a mediados de agosto por temor a la violencia. Había animado a todo el mundo a votar, a pesar de los riesgos.
Tras el anuncio de los resultados, Esmeralda reunió valor y, sola, se enfrentó a un enorme grupo de milicianos que invadió el convento. La monja ordenó a todos que bajaran las armas, organizó a los 800 refugiados en filas y los condujo a las instalaciones de la UNAMET, pasando por delante de las filas de la milicia.
La religiosa ayudó a movilizar asistencia sanitaria y alimentos para los casi 2000 desplazados que se alojaban en el recinto de la ONU, que se había convertido en un campamento humanitario. El lugar estaba protegido por un cordón militar indonesio, pero no había garantías de que se impidiera la entrada de las milicias.
Misión sitiada
En ese momento, según Nick Birnback, mantener a Timor Leste en los titulares era crucial para evitar una masacre, incluso de personal nacional e internacional de la ONU. Utilizando un teléfono satelital de repuesto, los sitiados dieron entrevistas a medios de comunicación de todo el mundo, y los periodistas que aún estaban en el terreno enviaron frenéticamente copias a las redacciones.
Al aumentar los riesgos, Ian Martin tuvo que iniciar un proceso de evacuación del personal de la ONU. Sin embargo, uno de los mensajes más difundidos en la campaña del referéndum fue que la UNAMET se quedaría, independientemente del resultado.
Sin medios para proporcionar seguridad, la presencia de equipos internacionales era la única esperanza de evitar una matanza. En ese momento, la hermana Esmeralda volvió a alzar la voz y aseguró que no aceptaría que el pueblo timorense pudiera ser abandonado una vez más.
Embajadores sobre el terreno
Un grupo de unos 80 miembros de la misión se ofreció a permanecer allí hasta que se encontrara una solución que garantizara la evacuación de toda la población refugiada.
Esta solución empezó a vislumbrarse tras una decisiva visita de los miembros del Consejo de Seguridad, que habían estado reunidos en Yakarta. El 11 de septiembre se dirigieron a Dili, acompañados por el comandante del ejército indonesio, el general Wiranto.
La misión vio por sí misma la difícil situación de los refugiados en el interior del complejo de la UNAMET y fue testigo de la devastación en todo el país, donde más del 80% de los edificios habían sido destruidos.
Al día siguiente, Indonesia anunció que aceptaría el despliegue de una fuerza multinacional. Con esta decisión, se evacuó a todos los que se encontraban en la sede de la UNAMET y se contuvo la violencia.
La Fuerza Internacional para Timor Leste, INTERFET, fue aprobada por el Consejo de Seguridad el 15 de septiembre de 1999 y comenzó a funcionar el 20 de septiembre.