El equilibrio del poder en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas

Por Johann Newton López

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, desde la aprobación de la Carta de San Francisco, ha tenido cinco miembros con derecho al veto; Francia, Reino Unido, Estados Unidos, Rusia y China, los cuales encarnaban las naciones vencedoras de la Segunda Guerra Mundial. En el caso de la República Popular de China, ocupó el puesto luego de que la Asamblea General, mediante la Resolución 2758, de fecha 25 de octubre del 1971, entendiera que el sucesor legítimo de China, posterior a la revolución del 1949, era la China de Mao y no la de Chiang Kai Shek, quien con sus seguidores se instaló en la Isla de Taiwán. Todos estos hechos tenían su relevancia debido a que la sociedad en ese momento mostraba una polarización ideológica, que a su vez, se reflejaba en la sociedad internacional, lo que había sido entendido por los líderes mundiales de entonces y para un mejor funcionamiento de la ONU equilibraron el poder de los que podían ejercer el derecho al veto en el seno del Consejo de Seguridad.

El Consejo de Seguridad es el órgano que a lo interno de las Naciones Unidas, vela por el mantenimiento de la paz y la seguridad en el mundo, por lo que las decisiones tomadas por éste son de una importancia extrema. En 1965 se amplió el número de miembros del Consejo que pasó de 11 a 15; sin embargo, dicha reforma no era real, puesto que el aumento sólo fue en cuanto a los miembros no permanentes que son elegidos cada 2 años, dígase aquellos que no tienen derecho al veto, ya que los miembros permanentes, supra mencionados, son los que ostentan dicho privilegio y si no están conforme con una resolución simplemente la vetan, impidiendo su aprobación. La reestructuración de la sociedad internacional obliga a que se tenga que ampliar los miembros permanentes en el entendido de que hay un grupo de potencias emergentes y potencias económicas cuya incidencia en la política exterior es incuestionable, además que también persiste una deficiente representación de la sociedad internacional en el lugar de los permanentes.

En ese tenor, en el 2004 se reunieron Alemania, India, Brasil y Japón, conformando el Grupo de los Cuatro o el G4, para reclamar una reforma en el Consejo de Seguridad que sea más equilibrada y representativa, en la cual los referidos Estados puedan ser miembros permanentes; lo que, a simple vista, sería innegable cuestionar el influjo de dichos países en la esfera internacional, destacándose sobremanera la incidencia que en los últimos años ha tenido Alemania, siendo el país que más estabilidad económica y liderazgo diplomático presenta dentro de la Unión Europea y la eurozona. En cuanto a Japón siempre ha sido un referente desde la reconstrucción del país, luego de la Segunda Guerra Mundial. Mientras que en lo concerniente a Brasil y la India, ambas son representativas de las llamadas potencias emergentes por su alto grado de industrialización.

Por consiguiente, Ban Ki-Moon, ex Secretario General, al terminar su periodo, dejó claro la necesidad de realizarse una transformación del Consejo de Seguridad, y de la misma manera, el también ex Secretario General, Boustros Boustros-Ghali, intentó encaminar una reforma al Consejo, sin éxito alguno. La Sociedad Internacional ha cambiado en su estructura, por tanto el equilibrio del poder también cambió, lo que debe reflejarse en los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y en cualquier otro órgano donde convergen las naciones, y, que de no hacerse podría llevar al debilitamiento de la ONU y terminar como ocurrió con la Sociedad de Naciones, poniendo en riesgo la aparente institucionalidad que, mucho o poco, permite el diálogo y la cooperación y que protege de los excesos y deseos desenfrenados de las potencias cuando de sus intereses se trata.

Doctorado por la Universidad Complutense de Madrid      

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