En Cuba, los niños vuelven a las clases tras el huracán Matthew
© UNICEF Cuba/2017 |
Estudiantes de la escuela primaria Abel Santa María, en el distrito de San Antonio del Sur, utilizando los materiales del kit que les donó UNICEF. |
Por Marta López Fesser
El huracán Matthew fue la tormenta más fuerte que jamás ha sacudido la provincia de Guantánamo, en Cuba. Cuando un fenómeno climatológico de esta escala desata toda su fuerza, proteger la vida de cada niño se convierte en un enorme desafío que requiere una preparación meticulosa.
En el caso de Cuba, la cuidadosa planificación para desastres valió la pena. No hubo pérdidas de vidas humanas y los daños materiales fueron mínimos, lo que permitió a las comunidades afectadas centrarse en las tareas de recuperación y coordinar un rápido regreso a clases para todos los estudiantes de la escuela.
GUANTÁNAMO, Cuba, 20 de abril de 2017 – Cuba se encuentra bajo la amenaza permanente de desastres naturales como huracanes, terremotos y sequía, y es muy vulnerable a los efectos del cambio climático. Las políticas del país priorizan la reducción del riesgo de desastres y la educación en medioambiente, con especial énfasis en la creación de una cultura de prevención entre sus habitantes más jóvenes.
La primera vez que se vieron a sí mismos en el foco del huracán fue muy diferente para los niños de la provincia de Guantánamo, pero todos ellos coinciden en la lección principal: es mejor prevenir que curar.
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Brenda y Enmanuel consideran que vivir un huracán es muy distinto a oír hablar de él. Sus padres les habían hablado del huracán Ike, que sacudió Baracoa en 2008, pero ellos eran demasiado pequeños para recordarlo. |
“Creo que no nos dio tanto miedo porque ya sabíamos lo que venía. Lo habíamos estado siguiendo en la televisión y en la radio durante el periodo informativo, así que cuando llegó estábamos preparados y sabíamos que estábamos a salvo”, afirma Enmanuel, un estudiante de 11 años de la escuela primaria Routney Coutin, en la ciudad de Baracoa.
“Mis padres me mandaron a casa de mi abuelo para que lo cuidara, porque es mayor y vive solo, y ellos se quedaron en mi casa con mi hermana pequeña. Cuando comenzó a entrar agua a causa de la lluvia y el viento sacamos la fregona; un huracán es muy potente y ruidoso, es enorme. Claro que teníamos miedo: miedo de perder a nuestros seres queridos y nuestros amigos”, reconoce Enmanuel. “Temíamos que pudiera suceder algo.”
La compañera de clase de Enmanuel, Brenda, también de 11 años, se refugió en la escuela con su familia porque su casa no cumplía con los requisitos para resistir un huracán. La organización de defensa civil había designado la escuela como centro de evacuación.
“Estaba con mi familia y nos llevamos nuestras pertenencias más valiosas. Metí mi celular y mi tableta en la mochila porque habrían sido muy difíciles de sustituir”, explica. “El director de la escuela nos dijo que había más de 2.000 personas en la escuela en la mañana en que estaba previsto que Matthew tocara tierra. Fue terrible, lo destruyó todo, fue devastador”.
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Una casa dañada por el huracán Matthew en la ciudad de Baracoa. Alrededor de 150.000 personas perdieron sus pertenencias personales tras el paso del huracán, que destrozó más de 42.000 hogares de toda la provincia de Guantánamo. |
Recuperación de hogares y escuelas
Durante la noche y la madrugada del 4 al 5 de octubre, alrededor de 150.000 personas perdieron sus pertenencias personales tras el paso del huracán, que destrozó más de 42.000 hogares de toda la provincia de Guantánamo. Cerca del 90% de las casas de Baracoa se vieron afectadas.
Además, el huracán afectó a más de 290 centros educativos de la provincial de Guantánamo, y ocasionó daños a un 96% de las escuelas y guarderías del distrito de Baracoa.
Una de las prioridades del gobierno de Cuba fue lograr que los niños regresaran a la escuela. Siguiendo el plan de reducción de riesgos durante desastres, las instituciones y los centros familiares se utilizaron como espacios alternativos de aprendizaje, mientras que las clases se reanudaron en seis de 10 de los distritos afectados tan solo una semana después del huracán.
En los cuatro distritos más perjudicados, Baracoa, Maisí, Imías y San Antonio del Sur, las clases comenzaron en las dos semanas siguientes, ya que se fueron adaptando gradualmente los espacios temporales y se repararon las escuelas y guarderías.
Este fue el caso de Brenda y Enmanuel, que regresaron a la escuela 15 días después, aunque el edificio se siguió usando como centro de evacuación un mes más. El programa y el horario se adaptaron para garantizar que se impartiera el contenido más importante, y el centro se coordinó con otras escuelas para encontrar espacio para las clases y los estudiantes. El rápido regreso a las clases fue posible gracias a la participación de la comunidad en las tareas de limpieza, reparación y reconstrucción de los centros de aprendizaje y a que otros distritos y provincias donaron también recursos esenciales.
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Unos niños de Perucho Figueroa Cisnero, una escuela para niños con discapacidad mental de Baracoa, juegan con los materiales de recreo. |
Muchos niños como Brenda necesitaban una temprana recuperación psicosocial y nuevos materiales de aprendizaje. UNICEF participó en los esfuerzos de recuperación del Ministerio de Educación donando cajas con kits escolares, de educación primaria y de recreo que ayudaron a los niños a continuar con su aprendizaje. Por otro lado, UNICEF promovió la recuperación psicosocial posterior a emergencias mediante juegos y actividades deportivas. Los niños y los profesores agradecieron especialmente los materiales de recreo, porque ayudaban a los niños a entretenerse mientras los profesores atendían a otros grupos en las clases compartidas.
Alrededor de 6.500 niñas y 8.000 niños de los municipios de Maisí, Imías, San Antonio del Sur, Baracoa y Yateras se han beneficiado de los kits de “escuela en una caja” y los de recreo, todos ellos donados por UNICEF. Además, 153 centros educativos y 83 comunidades han recibido los kits del desarrollo temprano de la infancia, que proporcionan educación temprana a más de 12.700 niños y niñas.
“Lo peor fue perder nuestros hogares y pertenencias, pero al menos hemos sobrevivido todos”, dice Brenda. “El huracán Matthew nos enseñó a mantener a salvo nuestras cosas; muchos niños perdieron sus libros”, añade.
“Mi familia y yo no tuvimos tiempo de guardar la mayoría de nuestras cosas; la próxima vez lo haremos mejor”, dice una de sus amigas.
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La escuela secundaria Combate de Sabanilla, donde se registraron graves daños, espera reabrir sus puertas para los estudiantes en mayo. El huracán Matthew afectó a más de 290 centros educativos de la provincial de Guantánamo, y ocasionó daños a un 96% de las escuelas y guarderías del distrito de Baracoa. |
Cinco meses después
Para finales de febrero de 2017, solo 11 escuelas seguían esperando reparaciones. Las que ya se habían reparado estaban en mejores condiciones que antes del huracán. Se utilizaron materiales de construcción más fuertes, y el nuevo diseño ha hecho que los centros estén mejor preparados para el futuro.
Sin embargo, a finales de 2016, 11 escuelas de Baracoa y Maisí seguían usándose como centros de evacuación y acogían a niños que habían perdido sus hogares y que allí podían ir a la escuela cada día. UNICEF, en colaboración con el Ministerio de Educación, sigue identificando casos y ayudando en el terreno allá donde se necesita, y participará en la reconstrucción de 10 escuelas y de instalaciones de almacenamiento de agua de las comunidades afectadas.
Los habitantes de Baracoa saben que, aunque los huracanes no suceden cada año, las mareas altas, las precipitaciones irregulares y la sequía han llegado para quedarse como resultado del cambio climático. Esto significa que es más importante que nunca apoyar la resiliencia de las comunidades.
En alianza con el Ministerio de Educación, UNICEF ha estado trabajando los últimos tres años con las comunidades de las provincias del centro y el este de Cuba, que son especialmente vulnerables a las catástrofes. Más de 14.000 niños y adolescentes de 128 escuelas han formado parte de un proyecto para construir su capacidad para hacer frente a los desastres.
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